4.7.12

10 Claves para Educar con Respeto

A menudo me preguntan cómo lograr que algún niño se comporte mejor, cómo lograr que obedezca, duerma, coma, se adapte… Adelanto siempre que no hay soluciones para todos, cada niño o niña es una persona diferente y lo que ayuda a unos no sirve para otros. Pero creo que hay unas reglas básicas de la educación, basadas en el respeto al niño como individuo, como persona de plenos derechos que es (o, más tristemente, debería ser) y que ningún padre, madre, maestro o educador debe saltarse jamás.
Continuamente se habla de los problemas que ocasionan los niños, de caprichos, de hiperactividad, de agresividad, de niños maleducados, de niños que duermen “mal”, que comen “mal”, que son muy dependientes… Me gustaría que se comenzase a ver la educación desde otro prisma, siguiendo con el propósito de este blog, sería un gran avance que hablásemos más de los errores del educador y sus consecuencias, de conflictos de necesidades, de las características de cada edad en la infancia, del pensamiento infantil, de frustración, estrés emocional e incluso físico y de las consecuencias que todo esto puede tener en una persona que se está creando.
Se echa de menos oír hablar de empatía, comunicación, amabilidad, respeto,  tranquilidad, comprensión, motivación. Estas palabras en principio tan abstractas, deberían ser la base y la clave de la buena educación. En ellas se basan estas 10 reglas básicas que considero fundamentales para afrontar la tarea de educar:

  1. NUNCA FALTES AL RESPETO A UN NIÑO. Evita por todos los medios gritar, insultar, amenazar, pegar, castigar, humillar o despreciar con gestos a los niños. Parece obvio, pero está claro que no lo es. Es obvio que no debemos gritar, insultar, amenazar, etc. a nuestros compañeros de trabajo, ni a nuestros amigos o familiares, ni al dependiente del supermercado, porque… sería una grave falta de respeto. Pero cuando se trata de un niño lo blanco se vuelve gris, y es que en el siglo XXI todavía tenemos una asignatura pendiente: el respeto a los niños como personas de pleno derecho que son. Me permito recordar este artículo que lo ilustra. Ante una posible falta de respeto de un niño hacia nosotros, nunca olvidemos que el que está aprendiendo aún es él y que nuestra respuesta coherente, tranquila y equilibrada será la clave de su aprendizaje.
  2. CREA UN BUEN CLIMA. Un buen clima lo es todo. Enlazando con el punto anterior, vayamos un paso más allá, intentemos crear un ambiente relajado y cordial. Los niños son verdaderas esponjas y se fijan mucho más en el lenguaje corporal y en el ambiente que en lo que decimos, con ellos no sirven las contradicciones. No sirve que le diga con una sonrisa “Anda guapo, cómete los garbanzos” si mis dientes están apretados y mi cuerpo tenso, si resoplo y le meto la cuchara con prisa, el mensaje para el niño está claro. Exigimos a los niños, que aún no tienen un concepto del tiempo desarrollado, que se den prisa a todas horas, que nos sigan a todas partes “vamos, corre, que llegamos tarde” y en el camino nos ven insultar al conductor de delante, resoplar y maldecir, mandar mil mensajes por el móvil como si se estuviera acabando el mundo… El ambiente de prisas y tensión en el que hoy en día nos hemos acostumbrado a vivir no ayuda a la hora de educar. Los niños no sólo lo perciben, sino que lo comparten y lo reflejan en forma de comportamientos indeseados. Su forma de liberar el estrés puede ser distinta a la de un adulto, pero no por ello es menos válida ni menos grave.
  3. LAS NORMAS: POCAS Y CLARAS. Este punto es muy importante a la hora de educar. Debemos adaptar las normas a la edad de cada niño, algo como “comer con la boca cerrada” es una norma adecuada para un niño de 6 años, no para uno de 3. Algo como “no pegar” es una norma que se debe aprender desde el principio, no a los 6 años. Debemos tratar de reducir la cantidad de las normas, menos cuanto menor sea el niño. Un niño de 2 o 3 años no puede comprender más de 3 normas básicas. No nos damos cuenta de este detalle y abordamos al niño pequeño con cien normas de todos los tipos, el resultado es que no hace caso a ninguna, no puede con tanto y no sabe cuál es verdaderamente importante como “no pegar” y cuál en realidad no tiene importancia como “ponte las zapatillas”. Es fundamental que las normas básicas que escojamos tengan un sentido para todos, debemos acordarlas en grupo o en familia, explicar el por qué esa norma es importante y acordar qué va a pasar si alguien (incluidos nosotros) no la cumple. Muy a menudo pregunto a los niños por qué no se hace tal o cual cosa y su respuesta suele ser clara “porque te castigan”. Este error se debe a imponer unas normas cuyo sentido está claro para nosotros pero no para el niño, que ha venido al mundo sin un concepto claro de lo que está bien o mal y lo aprende en función de las respuestas de los que le rodean. Si cumple las normas simplemente para que no le riñan, su moral dependerá siempre del juicio externo, por lo que las normas se pueden incumplir siempre que no haya riesgo de que te pesquen infraganti (muchos adultos aún se comportan así desgraciadamente) y no porque verdaderamente comprende el perjuicio que causa con su comportamiento. El niño debe comprender, aceptar, interiorizar y asumir como propias todas las normas que le presentemos.
  4. ESTABLECE UN ORDEN EN SU VIDA. Los niños no pueden controlar el orden de los acontecimientos ni lo que les va a suceder a continuación, dependen en todo momento de nuestras decisiones para ellos impredecibles y arbitrarias. Su sentido del tiempo es además inmaduro y se guían más por relaciones de causa y efecto o correlaciones. Por lo tanto, es vital para que se sientan seguros, tranquilos y con un cierto control de lo que sucede en su vida que establezcamos rutinas muy marcadas y anunciemos todo lo que se salga de esas rutinas como una excepción. Los bebés muy pequeños tienen unos ciclos vitales (de sueño, comida, juego, higiene…) muy cortos, lo que no encaja con nuestros ciclos vitales de adulto y produce un caos en nuestras rutinas. Debemos aceptar estos cambios y adaptarnos unos a otros, será necesario reorganizar la vida familiar cada cierto tiempo para intentar mantener un orden.
  5. REGÁLALE TU PRESENCIA. Todos nos hemos sentido fastidiados alguna vez cuando nuestra pareja no nos está escuchando verdaderamente porque está mirando el móvil o la televisión, cuando sentimos que nuestro amigo no está disfrutando realmente de esa tarde juntos porque desearía estar haciendo otra cosa… A nadie le gusta que le ignoren ni que le menosprecien; a los niños tampoco. Nuestras agitadas vidas llenas de tareas y responsabilidades (y aparatos electrónicos) no dejan lugar para ESTAR plena y verdaderamente con los demás. Regalemos a nuestros niños al menos una hora diaria de absoluta dedicación, sólo para charlar, leer, jugar y hacer algo juntos. En ese tiempo no está permitido distraerse con otras cosas ni con otros pensamientos, es muy importante estar presente en toda su amplitud. Este no es un regalo unidireccional, porque nosotros recibiremos a cambio, no sólo su verdadera entrega, presencia y placer de estar a nuestro lado, sino también un cambio en su actitud. Un niño que se siente ignorado difícilmente podrá desarrollarse bien y por lo tanto su comportamiento no será el que nos gustaría. En nuestra mano está.
  6. AMOR VERSUS AUTONOMÍA. Constantemente veo cómo se confunden la autonomía del niño y las muestras de amor o cariño hacia él. Muchas personas entienden que si animan al niño a vestirse, comer, ducharse o desenvolverse solo, están restándole amor o atención. Nada más lejos de la realidad. La autonomía sirve al niño para hacer crecer su autoestima y le da herramientas para afrontar las pequeñas tareas cotidianas. Nosotros podemos y debemos estar ahí para alentarle, ayudarle a descubrir sus capacidades, animarle y en caso necesario, prestar un pequeño empujón disimulado. Esto no está reñido en absoluto con mimar, acariciar, besar, cantar, contar cuentos, dormir abrazados y un largo etcétera. Podemos y debemos proporcionar mucho de ambas cosas.
  7. EMPATÍA: PONTE EN SU LUGAR. Parece fácil y lógico, pero no se hace con la suficiente frecuencia. Para que exista una comunicación eficaz es necesario: que el receptor comprenda el mensaje (el adulto debe adaptar su mensaje a la mentalidad del niño); y que exista reciprocidad (el adulto también debe escuchar los mensajes del niño y comprenderlos). Muy a menudo la falta de empatía hace que no tengamos en cuenta cómo es, qué necesita y por qué actúa así la persona que tenemos delante. Los niños nos lanzan mensajes continuamente, la mayoría mensajes no verbales, y hay que aprender el “lenguaje infantil” para poder interpretar lo que nos quieren decir, qué les está pasando y cuáles son sus motivaciones. Esto sólo se consigue con una gran dosis de empatía. El libro de Carlos González, “Bésame mucho” tiene varios ejemplos prácticos de cómo ponernos en el lugar del niño.
  8. RESPÉTATE A TI MISMO; EXIGE RESPETO. No podemos educar con respeto si permitimos las faltas de respeto del niño. Nuestro ejemplo es fundamental, por supuesto, pero no suficiente. Si ante las faltas de respeto del niño nos mostramos impasibles, incluso sonrientes como he visto en ocasiones, éstas irán en aumento, tendremos un niño tirano e irrespetuoso que vive respetado pero no ha aprendido a devolver lo que recibe. ¿Por qué el ejemplo no es suficiente? El ser humano aprende de las respuestas que recibe de su entorno (si toco la plancha caliente me quemo) y decide qué puede hacer y qué no en función de ellas. Las respuestas que recibimos regulan nuestro comportamiento. Las emociones también se aprenden y nuestras respuestas emocionales como el llanto, el enfado, la risa, la tristeza, etc. no deben ocultarse ya que forman parte de nuestra humanidad. Si un niño nos insulta o pega, debemos mostrar nuestros sentimientos de forma sana y natural exigiendo respeto también de su parte.
  9. APRENDE DE ELLOS. SON NUESTROS MEJORES MAESTROS. Los niños nos enseñan cada día a ser buenos educadores. Si hemos logrado respetar, crear un buen clima, tener normas claras, establecer rutinas, estar verdaderamente presentes y ponernos en su lugar, ya sólo nos queda observar con atención todo lo que tienen que enseñarnos. Siempre digo que los niños son el espejo en el que me miro. Ellos me devuelven mis gestos y actitudes, me recuerdan mis propias normas y guían mis pasos en la misma medida en que yo trato de guiar los suyos. No hay nada más puro, limpio y satisfactorio que una relación sana con un niño, pero hay que tener valor para querer verse reflejado y humildad para dejar que te enseñen.
  10. ACEPTA LAS RECAÍDAS. LAS TUYAS Y LAS SUYAS. Si has llegado hasta aquí ¡enhorabuena! Sólo te falta un paso, un último escalón: aceptar los retrocesos. Recordaros cada vez que los dos (el niño y tú) estáis aprendiendo y tenéis derecho a equivocaros; no somos infalibles. Cuando cometas un error no te vengas abajo, apúntalo en tu mente, aprovéchalo para recordarte el buen camino y sigue adelante, subiendo peldaño a peldaño. Cuando encuentres un niño que no responde a estas reglas básicas, que pese a tus esfuerzos sigue respondiendo mal, no pienses que estas técnicas no sirven. Es fácil educar con respeto a un niño modelo, lo difícil es seguir adelante con niños que están muy dañados y nos retan continuamente. En esos momentos tenderemos a pensar que la técnica falla y volveremos a viejas técnicas aprendidas en busca de resultados. El buen educador es fiel a lo que sabe que es lo correcto y lucha por ello.

2.7.12

Tu casa o el hospital. Dos lugares seguros para el parto en España


La Universidad de Alicante y Educer publican la primera investigación científica sobre la seguridad del parto en casa en España
El trabajo recoge los datos estadísticos sobre muertes de bebés en los  partos ocurridos en centros sanitarios y domicilios particulares de España de los últimos quince años.
El estudio pone de manifiesto que, según los registros del INE sobre partos en España entre 1995 y 2009, no se han dado diferencias estadísticamente significativas en relación con la mortalidad del bebé entre los partos únicos asistidos a término en casa y los partos de las mismas características atendidos en hospitales.
La investigación ha sido publicada en el primer número de 2012 de la revista “Enfermería Comunitaria” una publicación científica internacional de referencia en el campo del cuidado de la salud familiar y comunitaria. La supervisión científica del proyecto ha sido realizada por Raúl Ruiz Callado, doctor en Sociología de la Universidad de Alicante. La ginecóloga Alicia Fontanillo Garrote, con más de treinta años de experiencia en atención a partos y el antropólogo Fidel Romero Salord, ambos miembros de Educer, han sido los responsables del asesoramiento médico y el  desarrollo técnico de la investigación.
Los autores constatan que en ese período ocurrieron 23 muertes del feto o del recién nacido (hasta las primeras 24 horas de vida) sobre un total de 14.614 partos únicos asistidos a término en domicilio particular (1,57 muertes cada mil partos). El número de muertes en partos de las mismas características ocurridos en centros sanitarios fue de 7.548 sobre un total de 4.716.956 partos (1,60 muertes cada mil partos).
Así pues,  los investigadores demuestran a partir de datos objetivos que, cuando se han dado tres condiciones básicas de seguridad en el nacimiento: unicidad (exclusión de gemelos u otros partos múltiples), embarazo a término y asistencia sanitaria, el desarrollo del parto en casa no ha estado asociado, tampoco en España, a un mayor riesgo para la supervivencia del bebé.
Si bien el estudio recomienda prudencia en la valoración de los datos, en términos generales los resultados de esta investigación serían coherentes con los resultados obtenidos en otros países como Holanda, Reino Unido o Canadá e incluso con el controvertido metanálisis publicado en 2010 por la American Journal of Obstetrics & Gynecology. Según ese estudio las únicas diferencias detectadas en mortalidad neonatal (del doble o incluso el triple en el caso de bebés sin anomalías) solo se registran cuando se incluyen en la muestra estudios con partos ocurridos en casa sin asistencia sanitaria no hallándose diferencias entre los partos de bajo riesgo asistidos por un profesional de la salud en el hogar o en centro sanitarios.
Educer ha elaborado una recensión divulgativa del estudio dentro de su colección de informes Observatorio del Parto en Casa en España.

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