23.11.09

La guardería


"La guardería no puede criar saludablemente a un bebé"

"Soy lo bastante mayor para acumular experiencia y lo bastante joven para seguir aprendiendo. Soy de Barcelona. Soy médica, psiquiatra y psicoanalista. Estoy casada y tengo tres hijos y seis nietos. ¿Política? Favorable a los más necesitados. ¿Dios? Eso son cuestiones privadas

¿Qué tiene de malo una guardería?

Es algo que necesitan los padres..., pero no es lo que necesita un bebé

. ¿Y qué necesita un bebé?

La cercanía cálida, constante y segura de sus amorosos padres.

Pero si los padres no pueden...

Dejan a sus bebés cada vez más tempranamente en guarderías, sin calibrar las consecuencias...

¿A qué edad entran los bebés en guarderías?

¡Con cuatro meses! Algo impensable hace 40 años...

¿Y qué consecuencias tiene esto?

Mala crianza. Asumimos como normal que nuestros bebés enfermen, ¡y no lo es!

¿Enferman por culpa de la guardería?

Multiplica las posibilidades de enfermar: el bebé está más expuesto a gérmenes... y, sobre todo, más propenso a toda afección.

¿La guardería acentúa la propensión a enfermar del bebé?

Sí. El propio hogar, los brazos de mamá y papá, un círculo reducido de personas... ¡eso es lo que fortalece emocional, cognitiva y físicamente al bebé! La guardería, en cambio, puede comprometer su desarrollo.

¿Tanto como eso?

El ingreso en la guardería lo hace retroceder temporalmente en competencias que está adquiriendo, como hablar, caminar...

¿Por qué?

Un entorno estable proporciona seguridad al bebé, seguridad que lo anima a explorar: así madura bien. Alterar su entorno le resta seguridad, lo que frena su desarrollo.

¿No está dramatizando, doctora?

Lo confirman los últimos hallazgos en neurociencias y psicología evolutiva.

¿Me los resume?

De los cero a los dos años, cuando más plástico es el cerebro, las neuronas del bebé se desarrollan según la calidad de los estímulos que recibe por interacción con las personas centrales de su mundo: abrazos, achuchones, caricias, risas, balanceos, movimientos, sonidos, voces, cantos, palabras, mimos, cariños, músicas, olores, colores, sabores...

¿Y besos?

Y besos. Todo eso sofistica y enriquece su sistema neural y nervioso, el sistema desde el que establece su relación emocional y cognitiva con el mundo y consigo mismo.

¿La guardería no da esos estímulos?

Imposible en grado óptimo, improbable en el necesario, difícilmente con la intensidad y calidad de unos papás atentos y amorosos.

Ya no existen a tiempo completo.

Y quizá por eso llegan cada día a las consultas más psicopatologías en niños cada vez menores... ¡España es ahora el tercer país que más psicofármacos receta a menores! Cortamos síntomas sin analizar causas.

También padecemos en España un elevado fracaso escolar.

Tampoco analizamos causas, preferimos castigar o etiquetar: "trastorno por déficit de atención e hiperactividad", y medicar.

Ir pronto a la guardería ¿no garantiza una mejor escolaridad ulterior?

No. Hay que escolarizar al niño justo cuando empieza a quedársele pequeño su hogar.

¿Y a qué edad sucede eso?

No antes de los tres años.

¿Tan tarde?

En Finlandia los padres no están obligados a escolarizar a sus hijos ¡hasta los siete años! Y Finlandia es el país con menos fracaso escolar de Europa, vea el informe PISA.

Seguro que concurren otros factores...

El principal es que el Estado sufraga durante el primer año a los padres. Y luego permite horarios laborales intensivos o reducidos. Así, ¡los padres pueden criar a sus hijos! Y un niño bien criado en casa llegará a la escuela muy estimulado, con ganas de descubrir. Y aprenderá más y mejor.

O sea, que deberíamos mimar al bebé.

Atender sus necesidades de hambre, sueño y - sobre todo-cariño. No es sobreprotegerlo, ¡es protegerlo de lo que vendrá! Porque el niño así criado gozará de estabilidad emocional, autoestima y coherencia: estará bien preparado para los reveses que vendrán.

¿Y no será así si se ha criado con mucha guardería o en un orfanato?

La pobreza de estímulos empobrece su desarrollo: serán niños poco orientados, intemperantes y más agresivos, más vulnerables a la frustración, más depresivos...

Diga algo bueno de las guarderías.

Muchas tienen excelentes cuidadoras, pero repartirse entre tantos niños imposibilita la calidad de la atención personalizada.

Mejor una guardería que algún hogar.

Ante un hogar con abandono, conflicto permanente y agresividad crónica, ¡mejor una guardería, sí! La guardería es útil en ciertos casos y momentos, pero no es la opción principal para criar saludablemente a un bebé.

Envíe un mensaje a los padres.

Uno de la doctora Julia Corominas: "Dedicar tiempo a los hijos de pequeños os ahorrará mucho tiempo cuando sean mayores". Ahorro en salud física, mental y emocional.

¿Qué haría si mandase en España?

En vez del populismo político de inaugurar guarderías, subvencionaría a los padres para que dedicasen tiempo a criar a sus hijos hasta los tres años: ¡eso sí sería progresista!

En algo sí habremos progresado en los últimos 40 años..

Sí: en conocimiento. Sabemos cómo optimizar el desarrollo de los niños. ¿Por qué no lo aplicamos? ¿Queremos su felicidad futura? "


Eulàlia Torras de Beà, psicoanalista y psiquiatra infantil


Texto extraído de http://www.lavanguardia.es/lacontra/lacontra.html

20.11.09

Convención sobre los Derechos del Niño


Se celebran hoy 20 años de la Convención sobre los Derechos del Niño y en A través de la Infancia queremos dedicar este día a todos los niños y niñas que hoy han visto vulnerados sus derechos más fundamentales. Con la ilusión de que alguien sea capaz de defenderles la próxima vez.

Todos los niños y niñas deben tener los mismos derechos sin distinción de sexo, color, religión o condición económica.

Los niños y niñas deben disponer de todos los medios necesarios para crecer física, mental y espiritualmente, en condiciones de libertad y dignidad.

Los niños y niñas tienen derecho a un nombre y una nacionalidad desde el momento de su nacimiento.

Los niños y niñas y sus madres tienen derecho a disfrutar de una buena alimentación, de una vivienda digna y de una atención sanitaria especial.

Los niños y niñas con enfermedades físicas y psíquicas deben recibir atención especial y la educación adecuada a sus condiciones.

Los niños y niñas han de recibir el amor y la comprensión de sus padres y crecer bajo su responsabilidad. La sociedad debe preocuparse de los niños y niñas sin familia.

Los niños y niñas tienen derecho a la educación, a la cultura y al juego.

Los niños y niñas deben ser los primeros en recibir protección en caso de peligro o accidente.

Los niños y las niñas deben estar protegidos contra cualquier forma de explotación y abandono que perjudique su salud y educación.

Los niños y niñas han de ser educados en un espíritu de comprensión, paz y amistad y han de estar protegidos contra el racismo y la intolerancia

Nuestro pequeño mundo

El País Semanal del pasado 15 de Noviembre está dedicado a la infancia. "Nuestro Pequeño Mundo" se titula este magistral compendio de reportajes entre los cuales se encuentra "Canguros para bebés de un kilo". En este reportaje se ilustra cómo el método canguro salva vidas en África y resulta una forma sana y segura de cuidar a los bebés.

Llega Fatou con un ratoncito sobre su pecho. Y luego Ndiye, de 23 años, con otro pequeñín, piel contra piel. Y después Aïssatou, guapísima, con un resplandeciente vestido rojo estampado con grandes flores, llevando a una criatura de diminutas manitas. Y finalmente, Nogaye, con otro minúsculo bebé entre su pecho y su colorista ropa de color azul eléctrico. Van pasando por el hospital municipal Abass Ndao y por el centro de salud Rey Balduino, ambos en Dakar, la populosa, desbaratada, pero seductora capital de Senegal.
Son todas madres con bebés prematuros. La niñita de Fatou se llama Mariétou, tiene 10 días y pesa sólo 1,100 kilos. La de Ndiye se llama Marie Gueye, tiene 15 días y pesa 1,400 kilos. Aïssatou Ndiaye tiene 24 años y tres hijos; la última, Mbéne, es una pequeñina de un mes y cuatro días y pesa 1,350 kilos. La hijita de Nogaye Gukou se llama Penda, tiene un mes y 17 días y pesa solamente 1,150 kilos; la mamá ha cumplido 17 años.

Todas han pasado por la consulta del profesor Ousmane Ndiaye, jefe del servicio de Pediatría del centro Abass Ndao, que decidió aplicar hace 11 años el método Canguro, importado de Colombia, donde comenzó a emplearse en los años setenta para sacar adelante a los bebés prematuros, ante la falta de medios e incubadoras en el país para atender a tanta mamá angustiada.

El método es muy sencillo, se basa en lo que ideó la naturaleza para los marsupiales: los recién nacidos completan su desarrollo fuera del útero, agarrados a las glándulas mamarias, protegidos del exterior en una bolsa; así, los minibebés humanos han de estar en contacto con el cuerpo de la madre o del padre, en el pecho, la zona más acogedora, las 24 horas del día y de la noche, hasta que ganen peso. Se aplica a criaturitas que nacen con menos de dos kilos; y se sigue el método Canguro hasta que alcancen los tres kilos.

El doctor explica que ese contacto permanente con un cuerpo transmite calor, seguridad, confianza al bebé; no se trata sólo de la temperatura, sino también de sentir tan íntimamente el latido del corazón y el ritmo de la respiración; tratamiento natural que se completa con la lactancia materna. "Los progenitores les dan calor, energía, afecto", explica el doctor, "y está comprobado que crecen más sanos, y psicológicamente más equilibrados... Y sin gasto alguno". "En el proyecto piloto que realizamos tras mi regreso de Colombia, de los 112 niños a los que aplicamos el método entre 1998 y 2005, sólo uno murió". Ousmane presentó el proyecto a Unicef, que ha decidido seguirlo, avalarlo y monitorizarlo desde el pasado enero. "Es pura naturaleza. Con unos resultados extraordinarios". De hecho, en países como España y Francia también se está extendiendo este sistema de incubadoras naturales. Naturaleza hasta cierto punto, porque, matiza Ousmane, "el programa incluye que la madre venga a consulta una vez a la semana; además, hacemos un seguimiento de la salud del niño hasta que cumpla cinco años".

Basta ver al rollizo Amadou, de dos años, que nació con sólo 900 gramos, para comprobar que el proyecto funciona. O al gordito Abdoul Aziz, que con cinco meses ya pesa 6,7 kilos, cuando nació con menos de dos.

Todas las madres acuden confiadas y muy arregladas a la consulta en el hospital. Conseguimos reunir a siete de ellas para las sesiones con Isabel Muñoz, que, hipnotizada con sus largos cuellos, enormes ojos, impecables vestidos, no duda en disparar miles de veces su cámara durante dos días.

Cuando le preguntamos a Nogaye, que se casó con sólo 16 años, cuántos hijos le gustaría tener, contesta sonriente: "No depende de mí. Los que Dios decida". ¿Es feliz, le falta algo? "Si encontrara un trabajo sería más feliz". ¿Su sueño? "Poder ayudar siempre a mis padres". ¿La persona a la que más admira? "Mi madre". ¿Qué mensaje enviaría desde El País Semanal a los niños del mundo? "Me gustaría que tuvieran una vida larga para que ayuden a sus padres cuando sean mayores".

Más información sobre el Método Canguro y el cuidado del neonato en www.quenoosseparen.info

El sistema educativo

Hoy... un poco de autocrítica.


"Genio se nace, a imbécil se llega"
¿Y en el medio que hay?
En el medio está el sistema educativo.

18.11.09

Nacer en casa


Esta es la historia de mi segundo parto. El relato del hombre que me acompañó con amor y me apoyó siempre. Un parto en casa, libre y respetado. Un parto que fue sólo MÍO.

"Tres llamadas perdidas en el móvil. No me entero, lo tengo en modo vibración. Pero, de forma instintiva lo vi, y comprobé que mi mujer me llamaba. Precisamente la esperaba, estaba depilándose. La llamo y de pronto todo cambió: “se me rompió la bolsa, ven a buscarme”. En mi cabeza empezaron a girar muchas imágenes, mi corazón se aceleró, me quedé un rato que no sabía bien qué hacer. Pero ella parecía tranquila… Fui a buscar el coche y me planté en cuestión de minutos en la peluquería. Ella temblaba, la vi vulnerable, con cara de que ya había llegado el momento.

Pregunté como un tonto, “¿y ahora qué hacemos?” “Esperar, no pasa nada. Hay países en los que puedes estar con la bolsa rota varios días. Si no empiezan las contracciones no estaré de parto.” Nosotros estábamos nerviosos, pero la peluquera no atinaba. Salimos, entramos en el coche y ya nos relajamos. No pasa nada, llegará Selina. Vivamos el proceso de forma tranquila. Llevamos mucho tiempo preparando esto. Mi mujer me da la seguridad de que lo tiene controlado; maneja mucha información, sabe muy bien qué hacer en cada momento. No sabíamos si iban a pasar muchas o pocas horas antes de ponernos de parto, así que, tranquilamente, nos fuimos a buscar a nuestra hija a la casa de los abuelos.

En cuanto los abuelos, más la abuela, se enteran que ha roto aguas casi nos llaman hasta una ambulancia. Resulta muy de película lo que la gente piensa que son los partos. Todo el mundo converge a la misma idea: “¡Al hospital! ¡Y además a toda leche!”

Por eso nos vamos los tres para casa, eran las 8 de la tarde. Las contracciones comienzan a llegar. “Churri, estamos de parto”, me dice serenamente. Sabemos que no tenemos esos dos días de espera incierta… pero calma. Llegamos a casa, mi mujer se fue a asear, llamó a la matrona y a nuestra amiga, experta en parto fisiológico, que nos daba mucha tranquilidad tenerla en casa. Aunque estuvo todo el rato casi no la vi…. Era invisible…

Bajamos todas las luces, la niña cenó, se cambió y su mamá le leyó un cuento, como todas las noches, y le cantó una canción, como todas las noches. Nuestra hija se durmió sin saber que al día siguiente todo sería muy distinto en su vida, en nuestras vidas. Pero así somos de frágiles los humanos, vivimos sin saber que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento; que nos puede cambiar todo de forma radical.

Pero dormir a la niña, llegar a casa, ponerse a hacer cosas, subir y bajar las escaleras, todas esas cosas pararon las contracciones. Llegó nuestra amiga, y nos trajo calma, paz, confianza, armonía. Las dos mujeres, amigas y cómplices. Mi mujer subió para nuestra habitación, sola, encendió una docena de velas esparcidas por la habitación que cuidadosamente habíamos ido recopilando durante el embarazo. Allí se relajó, se subió en la pelota de dilatación, se concentró en sí misma y en el bebé. Respiró, y al cabo de unos minutos, todo volvió a comenzar. A las 11 de la noche ya tenía contracciones cada 12-15 minutos, y estábamos de parto.

En esos momentos oí llegar a la matrona. Venía desde lejos. Sacamos todo su material de trabajo. Subió tranquilamente, siempre con mucho respeto, esperando al momento perfecto, escuchando, con mucha capacidad para empatizar. Observó que la mamá y el bebé estaban bien. Ya estábamos todos los que teníamos que estar esa noche: Nuestra hija de 3 años durmiendo plácidamente, una buena amiga preparando algo de cena, la matrona preparándose… Mi mujer y yo, en nuestra habitación, tranquilamente con una gran intimidad, creando un clima de paz y armonía como hacía mucho que no sentía. Iba a tener mi segunda niña y me encontraba relajado, tranquilo, con mi mujer en brazos, o dándole masajes o simplemente besándola. En ese momento sentí una gran admiración por ella, por todo lo que ha tenido que pasar hasta llegar este día. Por la fuerza de superar otro parto, cuando el primero fue muy duro, aterrador visto con retrospectiva.

En todo momento, veíamos que era un lujo estar en casa, en nuestro hogar, en nuestra cama, en plena libertad, perdidos de las luces, las enfermeras exigentes y del médico que, siempre, es el centro de atención. Nos reímos, hubo momentos de gracia. “Churri, estoy fenomenal, ¡para subir una montaña!” Y es que las contracciones eran diferentes al primer parto con oxitocina, dolían, porque es inevitable, pero parecía que se controlaban mucho mejor.

Cuando las contracciones se hicieron más intensas, bajamos al salón. Allí, y tengo fotos, mi mujer se puso al ordenador a enseñarle cosas a sus amigas. Y yo pensé, “esto es increíble, las 12 de la noche, con contracciones, y ahí están, en el ordenador”. Se me estaban cayendo los pocos mitos que me quedaban respecto al parto. Esto es algo natural, que hay que afrontar con tranquilidad, con las redes de seguridad necesarias, pero con la absoluta normalidad. Lo contrario: nervios, luces, acción y patas arriba con oxitocina… tiene que acabar mal, casi por definición.

Bebimos, cenamos algo, pero a medida que las contracciones eran más intensas y más cortas, mi mujer y yo nos fuimos uniendo más y ellas fueron desapareciendo. En todo momento estuve cómodo, íntimo, estaba conectado con mi mujer, no había nada más. Las luces apagadas, el silencio, la tranquilidad del hogar… En ese momento de intimad ella decide acabar la película que habíamos empezado la noche anterior, “Princesas”. Una película desgarradora, real, auténtica, emotiva, y ahí estábamos pasada la media noche con el final. Fue un momento muy intenso. Cada tres minutos, algo menos, poníamos la película en pausa, una contracción llegaba, la afrontábamos entre los dos, normalmente era de rodillas junto a una mesa pequeña del salón. Empezaban a ser duras, pero todo estaba controlado. Ella mostró siempre mucha fuerza para afrontar las contracciones, y se recuperaba enseguida, dábamos rápido al botón del play.

Una vez acabamos de ver la película, las contracciones ya eran más y más intensas. Y aún nos replegamos más, nos unimos ella y yo, conectamos más y más. Sorteamos cada contracción como un surfista sortea una ola, una a una, sin pensar en la siguiente. La clave era superar esas contracciones. Fue duro, la vi sudar, gritar, pero siempre con una gran fortaleza. Fue agotador porque fue un momento muy intenso que ha podido durar algo más de dos horas.

Poco a poco íbamos entrando en el momento del expulsivo, se pasaban las 3 de la mañana. Fueron 30 minutos duros, difíciles pero con un gran final feliz. Ella perdía la noción, a ratos pensaba que no podía, que se iba a partir, que era imposible. Pero pronto se sobreponía a la siguiente contracción. Gritaba desde lo más profundo, pero podía hacerlo porque estaba en su casa, con su gente y sabía que tenía la libertad de hacerlo, sin juicios absurdos.

Poco a poco buscó su postura. Nunca sabrás cómo vas a parir hasta que llegue el momento. En el sofá, de rodillas, la agarré de las manos, le puse paños fríos, superamos el expulsivo poco a poco. La matrona tranquila, con palabras de ánimo, diciendo que ya estaba aquí, que estaba todo bien, que lo hacía muy bien. Pero con voz tenue, en ningún momento nadie perdió los nervios ni la calma. Las protagonistas de esta película eran la mamá y el bebé, los demás estábamos para ayudar, para compartir.

La cabeza de mi hija ya se veía. Nuestra amiga, siempre ahí sin estar, se puso en mi lugar, tomó las manos de mi mujer. Yo fui al otro lado, a ser espectador privilegiado para ver nacer a mi niña. Fue algo que no puedo describir, por mucho que quiera hacerlo. Vi salir poco a poco a mi bebé; la matrona nos pedía calma, sin tirar, sin forzar, no quería desgarros importantes, no podemos apurarnos en el último momento. Y así fue como salió su cabeza, después el hombro y, de repente, ahí estaba mi niña fuera, increíble. Dios mío, yo parecía que había llegado de hacer footing, sudaba, estaba excitado y en cuestión de segundos la niña estaba en el pecho de su madre.

Lo que más me llamó la atención, lo que verdaderamente me ha hecho cambiar radicalmente mi visión del parto, es el estado de tranquilidad de la cría. Estaba completamente tranquila, lloró un poquito, echó el meconio, pero nada más llegar al pecho estaba ahí como si llevara meses. Fue un momento de conexión madre-hija también indescriptible. Corté el cordón cuando paró de latir. Todo a su momento. Fue una gran experiencia para mí. Todo lo duro que es el proceso se va diluyendo con la capacidad y autoestima que vas adquiriendo cuando ves que todo es posible; que tener un bebé es algo maravilloso y que es una experiencia única para las parejas; que robar y lastrar esa experiencia con protocolos absurdos debería ser un delito contra el derecho de la intimidad de personas sanas que libremente han decido tener un bebé. Tener acceso a una seguridad médica no debería implicar la pérdida de dignidad.

A las 3:35 nació Selina. La cara de mi mujer mostraba dolor, pero también seguridad, amor, y el sabor de una prueba superada. La placenta tardó un poco, pero no había prisa; es algo duro porque parece que es un segundo parto… y también duele, cuando piensas que todo ha acabado. Es como cuando llegas a la meta y te dicen que no, que estaba mal pintada y que son 100 metros más allá. Esos 100 metros son terribles…

Pero estábamos bien, mi hija en una mantita en los brazos de su mami, a veces de su papi. Maravilloso. Fuimos recogiendo todo y a las 6 de la mañana la casa estaba completamente en calma. Madre e hija en nuestra cama, dormitando, conectándose para toda su vida. En ese momento quedé solo. Emocionado, traté de digerir todo lo que había pasado, que fue mucho e intenso, pero maravilloso. No tenía sueño, desbordaba fuerza y entusiasmo por los cuatro costados.

Me duché y cerca de las 8am oí “¡papá!, ¡papito!”, era mi hija mayor. Me fui para su habitación, la abracé, le di muchos besos, como todas las mañanas. Pero ese día era distinto, especial. Le dije, “Mi amor, esta noche ha nacido tu hermana”. Y contestó, “¿a dónde?”. Le dije que en casa, en el salón, mientras ella dormía, y que ahora estaba con mamita en la cama. Se puso nerviosa, emocionada, y fuimos a la habitación, mamá estaba espléndida, Selina guapísima, y el encuentro fue realmente emotivo. Un día para recordar."

7.6.09

Parir en paz


Hoy, 7 de Junio, es el Día Mundial de los Derechos del Nacimiento y no quería dejar pasar la ocasión sin compartir este magistral artículo de Juan Gérvas.


"Son cordados los animales que desarrollan en el embrión una cuerda dorsal (notocorda) que puede persistir toda la vida o ser substituida por la columna vertebral. La notocorda es dorsal al tubo neural. El tubo neural da origen a la médula espinal y al encéfalo, protegidos por la columna vertebral y el cráneo. Los cordados tienen reproducción sexual, tres capas embrionarias y simetría bilateral. Primero aparecieron los peces, después los anfibios, los reptiles y las aves y finalmente los mamíferos. Los mamíferos incluyen a los monotremas, que ponen huevos (el ornitorrinco, por ejemplo), pero en general tienen útero, en el que crece la cría en su primer periodo, hasta el parto. Entre los mamíferos sólo los primates andan de pie, y sólo el hombre lo hace permanentemente. Sólo el hombre nace tan poco desarrollado como para necesitar un año hasta 'saber' andar. En realidad no se 'aprende' a andar, sino que madura el sistema nervioso central, se mielinizan los axones de las vías correspondientes, y se hace posible la marcha bípeda. Incluso inmaduro, el sistema nervioso central es proporcionalmente enorme en el humano, lo que conlleva una 'monstruosa' cabeza al nacer.
Parir con dolor
La hembra de la especie humana pare con dolor. En cierta forma es lógico, pues es uno de los precios a pagar por tener manos. Es decir, por desplazarnos andando, por ser bípedos. Al andar sobre las dos extremidades posteriores libramos a las anteriores de la servidumbre de la marcha y se transforman sus extremos en manos que devienen manipuladoras. Ello es muy ventajoso, pero tiene el grave inconveniente de forzar la columna vertebral. La columna se 'dobla' y se levanta sobre la cintura pélvica. Si anduviéramos sobre cuatro patas, como otros mamíferos, la columna desde el sacro al atlas seguiría una línea más o menos recta y más o menos paralela a la tierra, a los puntos de apoyo de las cuatro extremidades. La posición erguida implica un enorme promontorio sacro, y con ello el estrechamiento del canal del parto. Es decir, el estrechamiento del eje anteroposterior pélvico. Además, el enorme tamaño de la cabeza del feto humano contribuye a aumentar esa estrechez relativa, y a dificultar el parto. Por todo ello el parto se convierte en la especie humana en más dificultoso. Naturalmente, llevamos unos dos millones de años en la Tierra, y la evolución en estos millones de años ha logrado seleccionar a hembras que paren sin mayor problema. De hecho, en algunas culturas el parto es siempre sin dolor, pero ya conocemos la condena bíblica occidental al parto con dolor.
Ayudar a parir
Sostiene Andreu Segura que el primer médico fue mujer, comadrona que ayudaba a otras mujeres a parir. Contra este origen se puede esgrimir el del chamán como varón que aprendió a vivir sin tener que cazar ni recolectar, fundando en su capacidad de apoyo ante la angustia del vivir, ante el dolor y ante la muerte. En todo caso, lo cierto es que todavía en el siglo XXI los partos normales tienen mejor resultado si los atiende una comadrona que si los atiende un médico general/de familia, y mejor todavía que si los atiende un tocólogo/ginecólogo. Mejor resultado se refiere a mejores resultados en salud de la madre y del hijo. La intervención de los tocólogos/ginecólogos en los partos normales conlleva peor resultado en salud. A los tocólogos/ginecólogos, como a todos los especialistas, hay que reservarlos para un segundo nivel, para un trabajo concatenado que les vuelve útiles. En el parto normal el tocólogo/ginecólogo es perjudicial; su labor clave es la de atender a los partos patológicos.
Medicalización del parto
El hospital no es lugar para partos normales, aunque ésta sea la 'patología' más frecuente de hospitalización en el mundo desarrollado. Ello sólo demuestra la medicalización de la vida y de la muerte. El hospital debería reservarse para los partos patológicos. Ante un anuncio de colchones, con un parto en casa, el presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia ha escrito sobre el parto como situación potencialmente mortal que exige hospitalización. Pero el parto no es más mortal en los países desarrollados que la simple gripe. ¿Ingresaremos a todos los pacientes con gripe por ser algo potencialmente mortal (unas tres mil muertes al año)?
En Australia, en Canadá y en EEUU, países desarrollados donde los haya, sigue habiendo embarazos y partos atendidos exclusivamente por matronas y médicos generales. En Holanda, el 30% de los partos lo son a domicilio y atendidos exclusivamente por matronas. El parto a domicilio es una opción sana y lleva a un parto natural. La hospitalización innecesaria lleva a tasas de cesárea brutales (hasta el 50% en el Hospital de Puertollano) y a todo un estilo de parto medicalizado, y partos con pautas acientíficas tipo episiotomías en el 90% (con más desgarros y minusvalías varias por lesiones del suelo pélvico), rasurados púbicos y enemas innecesarios. Las cesáreas y la anestesia son las causas principales de mortalidad materna en los países desarrollados.
Es penoso amenazar con la muerte para forzar hospitalizaciones innecesarias. Parir no es morir sino dar vida, tener plenitud como mujer, y el propio domicilio es el mejor lugar para tener un parto normal atendido con dignidad."
Juan Gérvas. - Médico General Rural y promotor del Equipo CESCA

16.5.09

Derechos del Niño Hospitalizado


Los que hayáis leído mis experiencias en los hospitales http://atravesdelainfancia.blogspot.com/2008/06/la-atencin-la-infancia-en-nuestro.html recordaréis que en determinado momento hacía mención de la Carta Europea de los Derechos del Niños Hospitalizado, que fue aprobada en el Parlamento Europeo el 13 de Mayo de 1986 y que tiene plena validez legal en nuestro país.

Esta Carta recoge 24 derechos fundamentales que deben ser defendidos y aplicados en toda hospitalización infantil. Curiosamente, se pueden ver carteles con estos derechos en las paredes de las plantas de ingreso infantil de casi todos los hospitales. Me pregunto para qué, si luego no se aplican; si luego se establecen protocolos obsoletos y modos de actuar completamente contrarios a esta política; si el respeto por el bienestar del menor y la información ofrecida tanto al niño (en palabras que pueda entender) como a sus padres, es obviada en la mayoría de los casos.

Me pregunto a qué se debe esta ocultación continua de información. Si se debe a la necesidad de ahorrar tiempo o esfuerzos, o bien a la intención de actuar sin que nadie (ni el menor ni sus padres) puedan poner en cuestionamiento dichas actuaciones.

Quiero resaltar aquí que:
  • Tenemos derecho a ser informados y consultados antes de cualquier actuación, por mínima que sea, que afecte a nuestros hijos.

  • Tenemos derecho a que nos sea ofrecida una alternativa a dicha intervención o medicación en caso de que la ofrecida no nos convenza. (La Ley 41/2002, básica reguladora de la Autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica)

  • Tenemos derecho, y debemos, a negarnos a cualquier cosa que no nos parezca bien y no por ello se nos dará el alta hospitalaria ni se nos ofrecerá un trato peor.

  • Tenemos derecho a acompañar a nuestros hijos en todo momento. Esto redundará en su tranquilidad y bienestar. Ellos tienen derecho.

  • Los niños tienen derecho a que se les trate con amabilidad, a que se les dedique el tiempo necesario y a que se les explique, en palabras adecuadas a su edad, todo lo que se les va a hacer. Incluso si son bebés son seres inteligentes que sienten y sufren todo lo que les está pasando y merecen una explicación. Sí, siempre.
Es nuestra obligación como padres y nuestra responsabilidad hacer proteger los derechos de nuestros hijos, máxime en una situación tan vulnerable como es el paso por un hospital, sea de unas horas o de semanas.
Es obligación de los profesionales respetar estos derechos y ofrecer una atención demostradamente mejor para todos. Desde aquí les pido que revisen sus prácticas y tengan confianza en que el cambio es posible.

8.4.09

NO ES VERDAD, Manifiesto pedagógico

La Red IRES, de Investigación y Renovación Escolar, es una asociación de profesionales de la educación que recauda firmas para hacer público y lograr cambios en la escuela actual de nuestro país. Vale la pena leerlo con detenimiento.
"Las organizaciones y personas que firmamos este Manifiesto (docentes, madres, padres, estudiantes y ciudadanía en general) estamos profundamente preocupados por la difusión de creencias sobre la escuela española que distorsionan gravemente la realidad. Se está generalizando una forma de pensar según la cual hoy en la escuela se enseñan pocos contenidos, se hacen actividades irrelevantes, los niveles de exigencia bajan, los alumnos y alumnas son peores que los de antes y hay “mucha pedagogía” y poca enseñanza.

Nos preocupa particularmente la actitud de determinadas personas con impacto mediático (pertenecientes al ámbito de la literatura, de la universidad, de la intelectualidad, etc.) que divulgan estas creencias con argumentos muy pobres, a veces incluso insultantes, poniendo en evidencia una visión poco rigurosa sobre la escuela y sobre los procesos que en ella tienen lugar. Nos preocupa, en fin, que la educación, a diferencia de otras actividades de gran incidencia social como la medicina o la justicia, sea analizada y valorada socialmente desde concepciones simples y caducas.

Por todo ello, hemos decidido manifestarnos colectivamente y hacer pública nuestra opinión, afirmando lo siguiente:

No es verdad que en la escuela española actual predomine un modelo de enseñanza diferente al tradicional

La creencia de que en los últimos tiempos se practica una enseñanza descafeinada y permisiva, donde ya no se valora “el conocimiento de toda la vida”, es un mito sin fundamento. Ocurre más bien lo contrario. A pesar de que hay importantes argumentos en contra de la forma tradicional de enseñar, la cultura escolar dominante en España sigue basándose en la transmisión directa de contenidos inconexos y, no pocas veces, desfasados e irrelevantes, en el aprendizaje mecánico y repetitivo, en la evaluación selectiva y sancionadora y en la prolongación de la jornada escolar de los menores con abundantes deberes y tareas. La mayoría de los alumnos y alumnas siguen teniendo grandes dificultades para comprender lo que se les enseña y, como siempre ha ocurrido, acaban identificando el saber con la capacidad de retener información hasta el día del examen.

La idea de que la LOGSE ha impregnado la enseñanza no universitaria de una práctica pedagógica que abandona el esfuerzo y que se basa en “el todo vale” es un lugar común que no se corresponde con la realidad. El ideario psicopedagógico de esta ley, por más que planteaba cambios de gran interés, nunca llegó a penetrar en la mayoría de las aulas, en gran parte porque la mejora de la escuela no es básicamente una cuestión de leyes sino de cambio cultural, social y comunitario.

No es verdad que en la escuela española hayan bajado los niveles de exigencia

Basta comparar los libros de texto de hoy con los de antes para comprobar que cada vez se pretende enseñar más contenidos, con formulaciones más abstractas y en edades más tempranas. Muchos padres y madres no entienden los libros de texto que con frecuencia protagonizan las tardes familiares. Cada vez es más difícil para los docentes acabar el programa del curso. Cada vez es más pesada la carga académica de los estudiantes. Cada vez hay más asignaturas.

La idea de que “los niveles bajan” trata de dar una explicación fácil al evidente fracaso de la escuela. En cada nivel educativo los docentes comprueban la debilidad del conocimiento de gran parte del alumnado. Pero los estudiantes fracasan, precisamente, porque el modelo de enseñanza transmisivo y tradicional, y no otro, no provoca en ellos un aprendizaje duradero y de calidad. Esto siempre ha sido así. No entender las explicaciones de clase, no encontrarle sentido a muchos contenidos escolares, estudiar mecánicamente sólo para los exámenes, olvidar rápidamente lo aprendido y tener que empezar desde cero en cada curso, son experiencias compartidas por muchas personas. Sin embargo, estas experiencias tienden a olvidarse cuando se analiza el fracaso de los estudiantes de hoy.

La incompatibilidad entre el buen aprendizaje y la enseñanza tradicional, que siempre ha existido, se ha venido incrementando en los últimos tiempos. Muchos piensan que la incorporación a la escuela de los hijos e hijas de la marginalidad, de los inmigrantes y de los que tienen capacidades diferentes ha influido en que el fracaso escolar aumente. Sin embargo, esta incorporación, además de suponer un avance social, ha servido para sacar a la luz con más claridad lo que estaba difuso: que la enseñanza tradicional no promueve un aprendizaje de calidad en la mayoría de los estudiantes, sean cuales sean sus circunstancias.

Al mismo tiempo, en un mundo globalizado, donde la información circula por internet, donde la comunicación se ha hecho virtual, donde los graves problemas de la humanidad tienen carácter interdisciplinar, donde las certezas absolutas han desaparecido y nos enfrentamos a un futuro crítico, incierto y complejo, la escuela sigue anclada en contenidos y métodos del pasado.

El fracaso escolar, por tanto, no se explica por que los niveles de exigencia bajen, ni por que la escolarización se extienda a más estudiantes y durante más tiempo, sino por que el modelo educativo vigente hace tiempo que ha caducado.

No es verdad que los alumnos y alumnas de ahora sean peores que los de antes

Son diferentes, pero no peores. Los niños, niñas y jóvenes de hoy, y los de antes, son el producto de la sociedad en la que viven. Juzgarlos negativamente como colectivo es un ejercicio simplista y una forma de ocultar la responsabilidad de la sociedad adulta. La incitación permanente al consumo (piénsese, como ejemplo dramático, en los anuncios sobre los juguetes navideños), la diseminación continua de la cultura del éxito, del triunfo y de la superficialidad, la conversión de los niños, niñas y adolescentes en objetivos permanentes del mercado y la forma de vida acelerada y estresante propia de los adultos con los que viven son, entre otras, realidades que influyen poderosamente en su desarrollo.

La sociedad manifiesta una cierta actitud hipócrita: se ve reflejada en el espejo de niños, niñas y jóvenes y, a veces, no le gusta lo que ve, pero, en vez de analizar las causas, arremete contra la imagen que se proyecta en ellos. En la escuela esto es especialmente grave. A través de los medios de comunicación se ha favorecido una alarma social injustificada en relación con la conducta de los estudiantes. Temas como la falta de respeto hacia los docentes, el acoso entre iguales, la violencia escolar, etc., aun siendo problemas reales que siempre han existido y que, posiblemente, ahora son más frecuentes, se han sobredimensionado, convirtiéndolos en productos de consumo a través del periodismo sensacionalista. Junto a estos fenómenos existen multitud de casos de estudiantes comprometidos, de jóvenes interesados por el medio ambiente e implicados en las ONG, de niños y niñas concienciados con los problemas de la salud y de las drogas, etc. que son insuficientemente resaltados, fomentándose así un estereotipo social sesgado y negativo sobre los menores. No podemos olvidar que los niños, niñas y jóvenes son modelados y formados por toda la sociedad. Demonizarlos es un recurso fácil para eludir nuestra responsabilidad.

Al mismo tiempo, el desapego de muchos estudiantes hacia la cultura transmisiva y tradicional de la escuela, oculto en otros tiempos debido al carácter autoritario y represivo de la época franquista, se pone de manifiesto hoy de forma más radical. Este desapego, más que confirmar que el alumnado de hoy “es peor que el de antes”, como muchos creen, es la evidencia más clara del abismo que separa a la sociedad de la escuela y a los asuntos relevantes de hoy, de los contenidos y métodos escolares convencionales.

No es verdad que los docentes españoles tengan un exceso de formación pedagógica y un déficit de formación en contenidos

Todo lo contrario. Los profesores de secundaria, por ejemplo, después de cinco años de formación en una licenciatura centrada en los contenidos (Filosofía, Matemáticas, Historia, etc.) sólo han recibido, en el mejor de los casos, un curso de dos meses de duración donde se comprimen aspectos tan importantes para su futuro profesional como los siguientes: la psicología de niños, niñas y adolescentes; la importancia de la dimensión afectiva y social en el aprendizaje y en la autoestima; los diferentes modelos pedagógicos y didácticos que existen y sus resultados; la manera de seleccionar y formular los contenidos; el diseño de actividades para el aprendizaje de materias concretas; el uso didáctico de diferentes tipos de recursos, incluidos aquellos más próximos a la cultura cotidiana de los estudiantes; las formas de evaluar y sus repercusiones en la formación de alumnos y alumnas; las tendencias innovadoras en educación; la dinámica de los grupos humanos y el trabajo cooperativo; el funcionamiento de los centros y las relaciones con las familias y las normas legales existentes sobre el sistema educativo.

Pero hay más. En una profesión centrada en la práctica, los docentes de secundaria y de primaria han tenido una formación muy poco vinculada a los centros escolares (sería inimaginable algo similar en la formación de los médicos, por ejemplo). Por lo demás, en la universidad, donde, no lo olvidemos, se forma a los futuros docentes, no es necesaria ninguna formación pedagógica o didáctica para ser profesor.

Es de justicia reconocer aquí el esfuerzo realizado por los docentes de nuestro país que han intentado dar respuestas a los problemas profesionales de su trabajo a pesar de su insuficiente formación inicial, de la cual, obviamente, no eran responsables.

No es verdad, por tanto, que haya un exceso de formación psicopedagógica y didáctica. Somos, en este sentido, una anomalía en relación con otros muchos países. Por eso, consideramos necesaria una profunda y urgente reforma de la formación inicial del profesorado que asuma, por fin, que para enseñar no basta con saber el contenido.

La escuela y la universidad necesitan un cambio

Un cambio profundo. El fracaso escolar no sólo se manifiesta por los que abandonan o suspenden, también por los que aprueban sin haber conseguido un aprendizaje duradero y de calidad.

El cambio que proponemos no puede venir de la mano del modelo tradicional, como reclaman algunos, ignorando que dicho modelo es el responsable del fracaso actual. Tampoco aplicando políticas neoliberales de mercantilización de lo educativo, como puede observarse en determinadas Comunidades Autónomas y en aspectos sustanciales de la reforma universitaria actual, ni trasladando a la escuela modelos neotecnológicos y empresariales de planificación y control de calidad, como es el caso de la implantación de incentivos salariales vinculados al rendimiento académico del alumnado. Las personas y su educación no son mercancías y la enseñanza y el aprendizaje no son meros procesos técnicos y productivos. El cambio ha de venir de la recuperación y actualización de aquellas ideas y experiencias que han demostrado su capacidad transformadora. La Institución Libre de Enseñanza, la Escuela Nueva, la Escuela Moderna, las Misiones Pedagógicas, los Movimientos de Renovación Pedagógica, etc. son, entre otros, algunos ejemplos valiosos de nuestro pasado. Las aportaciones de ilustres docentes e investigadores como Giner de los Ríos, Freire, Freinet, Montessori, Rosa Sensat, Piaget, Vygotsky, entre otros muchos, o de intelectuales de prestigio mundial como Morin, también pueden iluminar este proceso de cambio.

Algunos principios orientadores de la escuela que necesitamos son los siguientes:

1. Centrada en los estudiantes y en su desarrollo integral (corporal, intelectual, social, práctico, emocional y ético).
2. Con contenidos básicos vinculados a problemáticas relevantes de nuestro mundo, buscando la calidad frente a la cantidad, la integración de materias frente a la separación.
3. Con metodologías investigativas que promuevan aprendizajes concretos y funcionales, al mismo tiempo que capacidades generales como la de aprender a aprender. Donde el esfuerzo necesario para aprender tenga sentido.
4. Con recursos didácticos y organizativos modernos y variados. Una escuela que utilice de forma inteligente y crítica los medios tecnológicos de esta época.
5. Con formas de evaluación formativas y participativas que abarquen a todos los implicados (estudiantes, docentes, centros, familias y administración), que impulsen la motivación interna para mejorar y que contemplen a las personas en todas sus dimensiones.
6. Con docentes formados e identificados con su profesión. Mediadores críticos del conocimiento. Dispuestos al trabajo cooperativo y en red. Estimulados para la innovación y la investigación.
7. Con una ratio razonable y con profesorado ayudante y en prácticas. Con momentos para diseñar, evaluar, formarse e investigar.
8. Con un ambiente acogedor, donde los tiempos, espacios y mobiliarios estimulen y respeten las necesidades y los ritmos de los menores.
9. Cogestionada con autonomía por toda la comunidad educativa. Que promueva la corresponsabilidad del alumnado. Comprometida con el medio local y global.
10. Auténticamente pública y laica. Con un marco legal mínimo basado en grandes finalidades y obtenido por un amplio consenso político y social."

31.3.09

Otra escuela es posible


La asociación "Otra escuela es posible", de reciente creación, quiere reivindicar una modernización del sistema educativo español que, sin duda, está basado en procesos de enseñanza aprendizaje obsoletos, en la memorización y repetición de conceptos.
Es un sistema autoritario/pasivo, desterrado como modelo educativo hace décadas en numerosos países de nuestro entorno que adoptaron un modelo activo/participativo y que consigue mejores resultados académicos y mayor motivación y satisfacción en el alumnado y el profesorado.
Esta asociación cree y lucha por conseguir entre todos otro tipo de escuela. Una escuela de calidad, más respetuosa con el desarrollo de los niños. Una educación que promueva la curiosidad intelectual, la capacidad crítica del alumno y la reflexión. Si tienes interés puedes visitar su web; en ella encontrarás numerosos links interesantes, la posibilidad de descargarte un folleto que puedes compartir con tu comunidad educativa y otras familias de tu entorno, y un foro donde compartir tus experiencias y opiniones.

20.3.09

Enseñando a vivir la vida

Esta maravillosa conferencia de Randy Paush no está directamente relacionado con la infancia, pero he decidido ponerlo porque muchos de sus mensajes van dirigidos a ella.
Pensar como un niño, soñar como un niño, corregir a nuestros niños como un esfuerzo de amor, transmitir a nuestros hijos la fuerza y la alegría de vivir, transmitirles el valor del esfuerzo personal, tener una relación cercana y de amor, respetar a nuestros niños, fomentar su creatividad, dar menos importancia a las cosas y más a las personas, no culpar a los niños de sus errores cuando ya se sienten suficientemente culpables, ser sinceros con ellos, pedirles perdón (también los niños merecen una sincera disculpa) y, sobretodo, darles lo mejor de nosotros mismos, porque eso dará sentido a nuestra vida.

Coca-cola ¿Destapa la felicidad? ¿O destapa el maltrato?

Agradecemos a Coca-Cola que haya denunciado en su nuevo anuncio el maltrato a la mujer y su fina ironía al calificarlo de felicidad.

Coca-Cola acaba de lanzar una gran campaña publicitaria que destapa el maltrato a la mujer en el parto. Para ello ha filmado en tiempo real un parto hospitalario en el que la mujer se ve reducida e inmovilizada al triste papel de espectadora de su parto y es colocada en una postura (tumbada sobre su espalda) que entorpece el parto (ya que estrecha el canal del parto y conlleva a un aumento del uso de instrumental- fórceps, palas o ventosa- que podría evitarse permitiendo a la mujer adoptar la postura que le resultara más cómoda en cada momento). Pero lo más grave de este parto es que a la mujer se le realiza una maniobra conocida como "Maniobra de Kristeller" que está altamente desaconsejada tanto por la Organización Mundial de la Salud como por la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia) y la nueva Estrategia de Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad por los riesgos que conlleva para la parturienta y el recién nacido (hemorragias, desprendimiento de placenta, rotura de útero, episiotomía y consecuente sensación de alienación por parte de la madre hacia el recién nacido etc.) De hecho son numerosos los países europeos donde ésta práctica, de que los profesionales se pongan a presionar sobre la tripa de la mujer- en algunos casos incluso se suben literalmente encima- para que salga el bebé, hace ya muchos años que dejó de hacerse. Porque además de los riesgos para la mujer y su bebé, y de que casi siempre conlleva una episiotomía, la maniobra de Kristeller suele dejar a las madres destrozadas, a veces incluso sin ganas ni fuerzas de ver ni abrazar a sus bebés.

En su anuncio, Coca-Cola nos enseña magníficamente la triste realidad de muchos centros hospitalarios de nuestro país, en los que la mayoría de los recién nacidos son separados de sus madres sin justificación médica alguna y con grave perjuicio para la salud de ambos y para el establecimiento de un sano vínculo emocional y de la lactancia materna.
Coca-Cola ha pasado a la denuncia del maltrato a los bebés al mostrarnos en tiempo real un bebé nacido en un parto intervenido, en el que a su madre se suministra oxígeno como consecuencia de un procedimiento obstétrico agresivo, puesto delante de la cámara y separado de su madre nada más nacer, para luego depositarlo en una cuna al lado de una ventana, lejos del calor de la piel de su madre, del latido de su corazón y sus pechos.

Por todo ello agradecemos a Coca-Cola que haya denunciado el maltrato y su fina ironía al calificarlo de felicidad.

Con este mensaje queremos informar y concienciar a todas las embarazadas de este país. Animamos a todas las mujeres y hombres a informarse y solicitar una mejor atención al parto y el respeto y cumplimiento del derecho a recibir la mejor atención sanitaria posible, acorde a los conocimientos más actualizados y a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y del Ministerio de Sanidad y Consumo.

Asociación El Parto es Nuestro Plataforma por los derechos del nacimiento
www.elpartoesnuestro.es http://www.pangea.org/pdn/plataforma.html

15.1.09

Tenia tanto...

Para todas las madres que, en algún momento, de un modo u otro, han perdido un hijo.
Para las que no pudieron concebir o adoptar el hijo soñado.
Para las que le llevaron dentro y no llegaron a conocerle.
Para las que le tuvieron en sus brazos y un día se les marchó.
Para todas ellas esta canción de Nena Daconte que siempre me arranca una lágrima.

"La Ola", el peligro del grupo

En la película alemana “La Ola” que ha estado hace poco en los cines, se plantea un interesante debate sobre la facilidad con que nos vemos arrastrados hacia las sectas, grupos, asociaciones, partidos o similares; y el peligro que encierra cualquier fanatismo para la sociedad y para el individuo. Pero yo, como maestra, deseo ir más allá en el mensaje de la obra y ofrecer un análisis desde el punto de vista educativo.

En un aula muy actual, con gran diversidad de su alumnado, libertad de opinión y bastante individualismo, el profesor instaura una pequeña dictadura que consiste en erigirse en líder de la misma y en formar un grupo de alumnos a través de normas, uniformidad, ideas vagas de grandeza, un nombre y un logo. Al final de la película los niños han perdido su individualidad, sus ideas, su estilo, su libertad… ya viven sólo por y para el grupo, se vuelven radicales y desprecian a los que no pertenecen al grupo. El profesor comienza con pequeñas cosas como la postura, el orden y la disciplina, el respeto hacia él mismo como figura de autoridad superior, el vestuario uniformado y la expulsión de aquellos alumnos que no se doblegan.

Me puso los pelos de punta pensar hasta que punto no intentamos todavía hoy en día en nuestro sistema educativo tratar a los alumnos así, como un todo, una masa a la que modelar y sin opinión propia. Pretendemos que todos aprendan las mismas cosas, independientemente de si les interesan o no. Pretendemos que nos obedezcan y respeten, aunque en ocasiones seamos injustos o no estén de acuerdo, o no les estemos tratando con el mismo respeto. Pretendemos que no destaquen, ni por arriba ni por abajo, que sigan todos el nivel marcado. En muchos colegios incluso visten de uniforme, “para que no se noten las diferencias” dicen algunos; ¿las diferencias son malas? me pregunto yo, ¿o nos enriquecen?

No sé si seguimos aún anclados en un modelo educativo que forma soldados y peones, seguidores de fútbol y votantes fáciles de manipular; o si conseguimos avanzar hacia una sociedad pensante y heterogénea, con individuos que saben buscarse a sí mismos sin necesidad de ídolos ni ideologías, y que saben ayudar al prójimo apreciando sus diferencias como lo que son, un valioso regalo social.

10.1.09

Echando el freno

En un mundo de burocracias y obstáculos, de esperas interminables, y con la idea de que millones de niños huérfanos esperan y necesitan una familia; la adopción se convierte en una carrera desenfrenada, en un objetivo vital por el que luchar. ¿Perdemos la perspectiva por el camino los implicados? ¿Se corresponde nuestro objetivo y nuestra idea con la realidad?

Es muy posible que lleguemos al final del camino sin haber mirado las orillas, incluso sin haber querido ver a pesar de las señales; es posible incluso que una vez cumplido nuestro sueño de ser padres nos topemos con una realidad implacable: papeles falsos, historias que no concuerdan, madres destrozadas al otro lado del charco, familias reales con las que no contábamos, niños que nos rechazan. Puede pasar, o no. También puede pasar que nos atrevamos a mirar por el camino, que nos salgamos de él siguiendo una señal que da miedo, y que descubramos lo que había detrás de los edificios, en el callejón al que nadie se asoma: la realidad de la adopción internacional.
No se trata de casos aislados de corrupción en un país concreto, sino de algo mucho más extenso y complejo. Un desajuste entre lo que los padres piden y las realidades de los menores en adopción. Un desajuste que, aderezado con grandes cantidades de dinero y de pobreza, provoca situaciones variadas que ponen los pelos de punta. Se pueden encontrar publicaciones, información y denuncias por todas partes; es cuestión de buscar y de querer ver.
En la prestigiosa revista internacional Foreing Policy, por ejemplo, se puede leer:

"HIJOS DE LA MENTIRA"

Diciembre-Enero 2009

La adopción internacional parece la solución perfecta para el desequilibrio emocional que padece el mundo: en los países pobres hay bebés sin un hogar; y en los ricos, familias sin bebés. Por desgracia, puede que esos retoños no sean en realidad huérfanos.

Todos conocemos la historia de la adopción internacional: millones de niños y bebés han sido abandonados –en el umbral de una iglesia o en el arcén de una carretera– o han perdido a sus padres a causa del sida, la miseria o la guerra. Estos pequeños se sienten olvidados, viven en orfanatos abarrotados o terminan en la calle, donde les espera un futuro incierto plagado de miseria y carencias. Pero si tienen suerte, unos amorosos padres venidos de muy lejos les sacan del lodo y les dan la oportunidad de disfrutar de una vida mejor. Por desgracia, esta narración es, en gran parte, ficción.
A los occidentales les han vendido el mito de que existe una crisis mundial de huérfanos. Les dicen que millones de niños esperan a familias que les acojan para siempre, que les salven del abandono y los malos tratos. Sin embargo, buena parte de las criaturas adoptadas hoy día no son huérfanas. Sí, cientos de miles precisan hogares donde se les quiera. Pero en la mayoría de los casos, los más necesitados están enfermos, discapacitados o traumatizados, o han cumplido los cinco años. No son los críos sanos que, comprensiblemente, la mayoría de los occidentales desea adoptar. No hay suficientes niños con buena salud para saciar la demanda de adopciones, y sí demasiado dinero moviéndose por el mundo en busca de hijos.
El resultado es que el objetivo de muchas agencias internacionales de adopción no es tanto encontrar hogares para los menores que los necesitan como hallar hijos que ofrecer a las familias occidentales.
Desde mediados de los 90, el número de adopciones internacionales casi se ha duplicado, pasando de 22.200 en 1995 a casi 40.000 en 2006. En 2004, la cifra alcanzó su máximo histórico: más de 45.000 niños de países en desarrollo fueron adoptados por extranjeros. Estados Unidos se lleva a casa a más críos que ningún otro: más de la mitad de la suma global, en los últimos años. [España es el segundo país en volumen total, con un 10%, y el primero en términos relativos junto a Suiza].
¿De dónde proceden todos estos críos? A medida que han florecido las adopciones internacionales han aumentado también las pruebas de que, en muchos países, gran cantidad de bebés están siendo sistemáticamente comprados, obtenidos con coacciones y robados a sus familias biológicas. Cerca de la mitad de las 40 naciones consideradas por el Departamento de Estado de EE UU como principales puntos de origen de las adopciones internacionales durante los últimos 15 años (lugares como Bielorrusia, Brasil, Etiopía, Honduras, Perú y Rumanía) han paralizado las acogidas o, al menos, Estados Unidos las ha vetado por las serias sospechas de corrupción y secuestro de niños. Pero cuando esto sucede, lo que muchas agencias hacen es, sencillamente, trasladar las esperanzas de sus clientes a otro país, el próximo gran proveedor. Esa nación registra, de pronto, un incremento en el número de críos adoptados, hasta que también le cierran las puertas. Por el camino, las adopciones internacionales se han convertido en un mercado espoleado a menudo por sus clientes. Los futuros padres adoptivos de EE UU están dispuestos a pagar a las agencias entre 15.000 y 35.000 dólares (entre 12.000 y 32.000 euros), sin contar gastos de viaje, coste de los visados y otros desembolsos por llevarse un hijo a casa. Los pequeños con necesidades especiales o de mayor edad tienen descuento. Según esas organizaciones, con ese dinero se paga la comisión de las agencias, los salarios y operaciones en el extranjero, los viajes del personal y las donaciones a los orfanatos. Pero los expertos dicen que las tarifas son tan desproporcionadamente altas para el país donde vive el niño que fomentan la corrupción.
Para complicar más las cosas, aunque la adopción internacional se ha convertido en una industria que se mueve por dinero, también está cargada de emociones. Muchas agencias y progenitores adoptivos insisten en que las prácticas inmorales no son sistemáticas, sino trágicos casos aislados. Que detengan a los culpables, dicen, pero que dejen que las buenas adopciones continúen. Sin embargo, si se elimina el incentivo económico, los niños sanos aptos para la adopción desaparecen por completo, salvo en China. Nigel Cantwell, asesor sobre políticas de protección de menores radicado en Ginebra (Suiza), ha comprobado que en Europa del Este y Asia Central se pueden adoptar chiquillos sanos de tres años, e incluso menos, en el propio país de origen. Le pregunté cuántos habría disponibles sin dinero de por medio. “Aventuro una respuesta: cero”, contestó.

EL MITO DE LA OFERTA
La adopción internacional no fue siempre una industria impulsada por la demanda. Hace medio siglo era, sobre todo, una acción humanitaria para niños que habían perdido a sus padres en algún conflicto. En 1955, se extendió la noticia de que Bertha y Henry Holt, una pareja de Oregón (EE UU), había adoptado a ocho huérfanos de guerra coreanos. Desde entonces, la adopción internacional se ha hecho cada vez más popular en Australia, Canadá, Europa y Estados Unidos. Los estadounidenses acogieron a más de 20.000 niños extranjeros en 2006, frente a los 8.987 de 1995. Hoy, Canadá, Francia, Italia, España y EE UU realizan cuatro de cada cinco adopciones internacionales.
Los cambios demográficos occidentales explican la mayor parte del boom. Gracias a la anticoncepción, el aborto y el retraso en la edad de matrimonio, los nacimientos no deseados han bajado en la mayor parte de los países desarrollados. Algunas mujeres que han pospuesto su primer embarazo descubren que la edad se les echa encima; otras tienen problemas de fertilidad desde el principio. Algunas personas adoptan por motivos religiosos; dicen que han sido llamadas para cuidar de los necesitados. En Estados Unidos, otro motivo adicional es la percepción de que la adopción internacional es, de algún modo, más segura –más fiable y con más probabilidades de éxito– que muchas de las que se realizan dentro del país, donde hay un enorme miedo a que la madre biológica cambie de opinión a última hora. Un océano de por medio y la creencia de que los niños sin recursos abundan en los países pobres eliminan ese pavor.
Pero las adopciones internacionales, en realidad, no son menos arriesgadas; simplemente están menos reguladas. Del mismo modo que las empresas deslocalizan industrias a países con leyes laborales débiles y bajos salarios, las adopciones se han externalizado a Estados con poca legislación en la materia. Los padres biológicos pobres y analfabetos del mundo en desarrollo gozan de menos protección que los estadounidenses, sobre todo en países donde el tráfico de personas y la corrupción campan a sus anchas. Y, con demasiada frecuencia, este dato se pasa por alto en el otro lado, el de quienes quieren adoptar.
En realidad, hay muy pocos bebés sanos para adoptar: los huérfanos raras veces son bebés sanos y los bebés sanos casi nunca se quedan huérfanos. “No es cierto que haya grandes cantidades de críos sin hogar acogidos en instituciones o que necesiten de la adopción transnacional”, afirma Alexandra Yuster, asesora sobre protección infantil en Unicef.
Esta afirmación contradice la película que se les ha vendido durante mucho tiempo a los occidentales, a quienes las imágenes de miseria en los países en desarrollo y el interminable flujo de niñas chinas les han convencido de que millones de huérfanos necesitan desesperadamente un hogar. Unicef es, en parte, responsable de esta errónea visión. Las estadísticas de críos internados en instituciones suelen emplearse para justificar la adopción internacional. En 2006, Unicef contabilizó casi 132 millones de huérfanos en el África subsahariana, Asia, América Latina y el Caribe. Pero la definición de huérfano del organismo de Naciones Unidas incluye a los menores que han perdido sólo a uno de sus progenitores, ya sea por abandono o por fallecimiento. Apenas el 10% del total, es decir, 13 millones de ellos, se han quedado sin los dos, y la mayoría de estos últimos viven con sus familias extensas. También son mayores. Según la propia Unicef, el 95% de los huérfanos tiene más de cinco años. En otras palabras, los “millones de huérfanos” declarados por la organización no son bebés sanos condenados a la miseria en una institución si los occidentales no los rescatan. En general, se trata de chiquillos de más edad con familia cercana que necesitaría ayuda financiera.
La excepción es China, cuya política de un único hijo ha dejado una gran cantidad de niñas disponibles para adopción. Pero esta elevada afluencia de hijas no es infinita. Ya hay más extranjeros buscando retoños en el gigante asiático que huérfanas que Pekín desee enviar fuera del país. En 2005, 14.500 menores chinos fueron adoptados por extranjeros; las agencias sostienen que aún hay muchos más clientes esperando. Y llevárselas a casa es cada día más difícil. En 2007, el organismo chino competente redujo de golpe la cuota de niñas que podían enviarse al exterior, posiblemente debido al desequilibrio cada vez mayor entre la población masculina y la femenina, la reducción de la pobreza y los escándalos de tráfico de menores. Los candidatos a adoptar en China son evaluados con dureza en cuanto a su edad, antecedentes matrimoniales, tamaño de la familia, ingresos, salud e incluso peso. Esto significa que si usted es soltero o soltera, gay, tiene sobrepeso, se pasa de edad, no tiene una situación económica muy boyante, toma antidepresivos o ya tiene cuatro hijos, Pekín le descalificará. Incluso los que superan la primera fase de la selección pueden esperar tres o cuatro años hasta terminar todos los trámites. Esto ha llevado a muchos padres a buscar naciones donde se pongan menos trabas, como si todos los países fueran China, pero con normativas menos estrictas.
Uno de ellos es Guatemala, que en 2006 y 2007 fue el segundo exportador de niños a Estados Unidos. Entre 1997 y 2006, el número de guatemaltecos adoptados por estadounidenses se multiplicó más que por cuatro, hasta superar los 4.500 al año. Aunque parezca increíble, en 2006, uno de cada 110 bebés nacidos en ese país fueron adoptados por estadounidenses. En 2007, nueve de cada diez adoptados tenían menos de un año; casi la mitad no había cumplido los seis meses. “Guatemala es un caso perfecto para estudiar cómo las adopciones internacionales se han convertido en un negocio regido por la demanda”, afirma Kelley McCreery Bunkers, ex consultora de Unicef. El proceso de adopciones guatemalteco “fue una industria desarrollada para satisfacer a las familias sin hijos de los países desarrollados”. Debido a que la inmensa mayoría de los menores ingresados en instituciones en Guatemala no están sanos, casi ninguno ha conseguido un hogar extranjero. En otoño de 2007, una encuesta realizada por el Gobierno de Guatemala, Unicef y la agencia para el bienestar y la adopción Servicios Infantiles Internacionales Holt contabilizó 5.600 menores en orfanatos nacionales. De ellos, más de 4.600 tenían cuatro años o más. Menos de 400 eran menores de 12 meses. Y, sin embargo, en 2006 se enviaron cada mes más de 270 bebés guatemaltecos de menos de un año a Estados Unidos. No procedían de las instituciones de acogida: el año pasado, el 89% de esos niños exportados fueron abandonos: bebés cedidos directamente a un abogado que aprobó la adopción internacional –a cambio de unos nada desdeñables honorarios– sin la intervención de un juez o agencia de servicios sociales.
Entonces, ¿de dónde salen algunos de los niños adoptados? Veamos el caso de Ana Escobar, una joven guatemalteca que, en marzo de 2007, denunció a la policía que unos hombres armados la habían encerrado en un armario de la tienda de zapatos de su familia y le habían robado a su hija. Después de buscarla durante 14 meses, Escobar encontró a su pequeña en un centro de acogida, justo unas semanas antes de que la niña fuera entregada a una pareja de Indiana (EE UU). Las pruebas de ADN demostraron que era la hija de Escobar. Un caso similar se produjo en 2006, cuando Raquel Par, otra guatemalteca, denunció que había sido drogada mientras esperaba un autobús en la capital del país, y que cuando despertó, su bebé de cuatro meses había desaparecido. Tres meses después, Par supo que la cría había sido adoptada por una pareja estadounidense. El 1 de enero pasado, Guatemala cerró sus puertas a las solicitudes estadounidenses para que el Gobierno pueda reconstruir el descontrolado proceso de adopciones. Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Países Bajos y España dejaron de aceptar niños del país centroamericano varios años antes, porque les preocupaba el posible tráfico de menores. Pero aún están tramitándose más de 2.280 peticiones con destino a Estados Unidos, si bien con salvaguardas. De hecho, ya se han encontrado bebés robados entre los pequeños destinados a las familias del Norte. Las autoridades guatemaltecas esperan que aparezcan más.
Guatemala se considera el país con el historial más corrupto en este ámbito. Pero las mismas tendencias preocupantes están surgiendo, en menor escala, en una docena de Estados, incluidos Albania, Camboya, Etiopía, Liberia, Perú y Vietnam. Este patrón sugiere que la oferta de bebés aparece con el objeto de satisfacer la demanda y desaparece cuando el dinero occidental ya no está a mano. Por ejemplo, en diciembre de 2001, el servicio de inmigración estadounidense dejó de tramitar los visados de adopción reclamados desde Camboya, aduciendo pruebas de que los niños se estaban obteniendo ilegalmente, a menudo contra los deseos de los padres. Entonces, fueron adoptados más de 700 menores camboyanos. De los 400 que acabaron en hogares estadounidenses, más de la mitad tenían menos de 12 meses. Pero en 2005, un estudio sobre la población huérfana camboyana encargado por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) detectó sólo 132 menores de doce meses en el país, una cifra inferior al número de bebés que hacía pocos años los occidentales acogían cada trimestre.
Incluso en los países con elevada población, como India, quedan pocos críos menores de dos años que necesiten padres extranjeros. La gran clase media india, tanto en el subcontinente como en la diáspora, afronta los mismos problemas de fertilidad de los países desarrollados. Sus integrantes también buscan bebés sanos que adoptar; algunos expertos piensan que esos millones de familias de clase media podrían absorber con facilidad todos los retoños disponibles. La pobreza en India condena a muchos chiquillos a buscarse la vida en las calles. Pero “no hay niños de dos años abandonados”, afirma Cantwell. “Han cumplido cinco o seis, y nadie va a aceptarlos”. Esto se debe, sobre todo, a que la mayoría tienen lazos familiares y, por tanto, no pueden ser adoptados legalmente, pero también, en parte, a que les sería muy difícil adaptarse a un hogar de clase media de Europa o EE UU. Muchos están marcados por los abusos, el crimen y la pobreza, y muy pocas personas están preparadas para acogerlos.
Y cuando los futuros padres adoptivos reciben todos los documentos legales que acreditan que el niño es un huérfano que necesita un hogar... ¿pueden estar seguros de ello? Por desgracia, no es así.

CRÍMENES CONTRA LA INFANCIA
Es sorprendente la facilidad con la que, en ciertos países, se fabrica la historia de un niño pequeño hasta transformarlo en un huérfano. Las madres biológicas son, con frecuencia, pobres, jóvenes, solteras, divorciadas o sin protección familiar. Puede que el crío haya nacido en el seno de una minoría excluida. Y por la cantidad adecuada, cualquiera puede separarlos de sus vulnerables familias y convertirlos en huérfanos de papel que serán objeto de una lucrativa exportación.
Algunos de estos falsos huérfanos se encuentran en instituciones que los occidentales llaman orfanatos, pero estos establecimientos a menudo funcionan en realidad como internados para niños simplemente pobres. Muchos están en esos lugares sólo de manera temporal, buscando comida, refugio y educación mientras sus padres no pueden ocuparse de ellos, ya sea por enfermedad o por miseria. Un gran número de familias visitan a sus hijos, o incluso se los llevan a casa los fines de semana, hasta que pueden volver para siempre. En 2005, cuando el Orfanato Hannah B. Williams de Monrovia (Liberia) fue clausurado por las terribles condiciones de vida de los internos, 89 de los 102 supuestos huérfanos regresaron a sus hogares. En ocasiones, directores con pocos escrúpulos, funcionarios locales u otros intermediarios convencen a familias analfabetas para que firmen documentos en los que renuncian a sus hijos, que son entregados en adopción en el extranjero y nunca vuelven a ver a sus desolados familiares.
También se utilizan otros métodos de similar vileza. Las agencias occidentales suelen contratar a terceros dentro del país –en ocasiones, directores de orfanato; otras veces, intermediarios independientes– a quienes pagan una determinada suma por cada crío sano adoptado. Estos facilitadores, a su vez, contratan a otras personas para que busquen niños, ofreciendo a menudo remuneraciones muy superiores a las del mercado local. La promesa de estos emolumentos supone un gran incentivo económico. En Guatemala, un país con una renta per cápita de 4.700 dólares al año, estos conseguidores de niños podían ganar entre 6.000 y 8.000 dólares por cada pequeño apto para la adopción que localizaban. En muchos casos, pagaban a las familias pobres a cambio de sus hijos. Un informe de mayo de 2007 sobre el tráfico en las adopciones realizado por la Conferencia de La Haya sobre Derecho Privado Internacional sostenía que algunas familias guatemaltecas recibían entre 300 dólares y varios miles por niño. En algunas ocasiones, los profesionales sanitarios también están involucrados. En Vietnam, por ejemplo, pueden obtenerse unos 50 dólares por conseguir un niño, el salario de un mes de un enfermero. Algunos de ellos, y también médicos, coaccionan a las madres para que entreguen a sus recién nacidos en adopción como alternativa al pago de facturas de hospital infladas de la forma más brutal. A las analfabetas las obligan a firmar documentos que no saben leer. En agosto de 2008, el Departamento de Estado de EE UU emitió una alerta avisando de que los certificados de nacimiento del Hospital Tu Du de la ciudad de Ho Chi Minh –que había declarado 200 nacimientos al día y una media de tres abandonos por cada 100– no eran “fiables”. La mayoría de los recién nacidos abandonados allí eran trasladados al orfanato de Tam Binh, en la misma ciudad. En esta institución estaba el niño vietnamita que ha adoptado Angelina Jolie. Según Linh Song, directora ejecutiva de Ethica, una organización sin ánimo de lucro dedicada a promover la adopción ética, el jefe de obstetricia de un hospital provincial le dijo en 2007 que “había entregado a 10 bebés de minorías étnicas a un orfanato a cambio de una incubadora”.
Para facilitar el proceso, se puede sobornar a funcionarios de los países de origen para que creen documentos de identidad falsos. Los consulados de las naciones de destino aceptan, en general, cualquier informe. Si una embajada percibe señales preocupantes –como un incremento súbito de niños sanos procedentes de ciertos orfanatos o una provincia que envía un número sospechosamente elevado de bebés cuyos documentos se parecen demasiado–, puede que lo investigue. Pero lo normal es que los funcionarios no quieran dificultar las adopciones de críos que sí las necesitan ni poner palos en las ruedas a las personas que desean un hijo. Sin embargo, muchos de ellos piensan que las adopciones que pasan por sus despachos son demasiadas. “Creo con firmeza en la adopción transnacional”, afirma Katherine Monahan, una funcionaria del Departamento de Estado de EE UU que ha supervisado montones de adopciones de niños de todo el mundo para ciudadanos de su país. “[Pero] me preocupa que muchos niños podrían haber permanecido con sus familias si hubiéramos sido capaces de ofrecerles un poco de ayuda económica”, agrega. Otro funcionario de EE UU me dijo que cuando se preguntó al personal de una embajada de un país que ha enviado más de mil niños al extranjero el año pasado qué visados les generaban dudas, respondieron: “Casi todos”.
Es posible que la mayoría de los occidentales que tienen relación con agencias internacionales digan la verdad cuando alegan desconocer que se realicen prácticas poco éticas o in??aceptables. Es mejor para ellos no saber nada. A Lauryn Galindo, una ex bailarina de Estados Unidos, la ignorancia premeditada le permitió ganar más de nueve millones de dólares a lo largo de varios años en comisiones por la adopción de camboyanos. Entre 1997 y 2001, los estadounidenses adoptaron 1.230 menores de Camboya; Galindo ha declarado que participó en 800 (se ha publicado que fue ella quien llevó al hijo camboyano de Jolie al rodaje de una película de la actriz en África). Pero en un proceso que comenzó en 2002 y que se prolongó dos años, los investigadores de EE UU testificaron que la ex bailarina pagó a ojeadores para que consiguieran niños comprándolos, robándolos, obligando a sus familias o engañándolas, y que conspiró para crear documentos falsos para los chiquillos. Galindo acabó pasando un tiempo en una prisión de EE UU por fraude en visados y lavado de dinero, pero no por tráfico de personas. “Puedes comprar menores por todo el mundo sin terminar en la cárcel si eres ciudadano estadounidense”, dice Richard Cross, agente especial de Inmigración y Aduanas que investigó el caso de Galindo. “No es un delito”.

LA MANO QUE MECE LA CUNA
La mayoría de los padres no querrían comprar un niño en el extranjero. Entonces, ¿cómo puede impedirse? Con el incremento de las adopciones internacionales durante la pasada década ha fracasado la estrategia de vetar a determinados países: lo que se consigue es que los padres trasladen sus esperanzas (y su dinero) a otro destino. Las agencias que sacan beneficio de las adopciones parecen desconocer de forma consciente cómo sus comisiones fomentan la corrupción.
Algunas naciones han mantenido la legalidad y transparencia del proceso casi desde el principio y su modelo es muy instructivo. En Tailandia, por ejemplo, un organismo gubernamental aconseja a las madres biológicas y ofrece apoyo económico y social a las familias para que la pobreza no se convierta en una razón para abandonar a un niño. Paraguay y Rumanía reformaron sus respectivos sistemas de adopción después de una época turbia en los 90. Pero estos cambios implicaron el cese casi total de los procesos. En 1994, Paraguay envió 483 niños a EE UU; el año pasado no mandó ninguno.
La mayor esperanza para lograr una solución más global puede estar en el Convenio de La Haya sobre adopciones internacionales, un acuerdo internacional cuyo objetivo es impedir el tráfico infantil en los procesos de adopción. El 1 de abril de 2008, Estados Unidos firmó el convenio, que tiene otros 75 signatarios [España, entre ellos]. En Estados miembros como Albania, Bulgaria, Colombia y Filipinas, se han introducido reformas para hacer compatible la adopción con el acuerdo multilateral, incluida la creación de un organismo en la Administración central que vigile el bienestar de los niños, que asegure que primero se les intenta enviar con sus familias extensas y sus comunidades y que limite el número de agencias de adopción internacional autorizadas para trabajar en el país. El resultado, según los expertos, ha sido una reducción brusca de las compras de críos, el fraude, la coacción y los secuestros en este ámbito.

Pero ningún tratado internacional es perfecto y la Convención de La Haya no es una excepción. Muchos de los países que envían niños a Occidente, incluidos Etiopía, Rusia, Corea del Sur, Ucrania y Vietnam, aún no la han firmado. Tal vez si se aplicasen normas más eficaces y más globales podría ponerse coto a las sumas de dinero que cambian de manos. Las comisiones por crío podrían prohibirse. Los pagos podrían recortarse y permitir sólo las facturas por cuidados médicos, comida y ropa para los pequeños. “Si no se controla el dinero, no puede eliminarse la corrupción”, dice Thomas DiFilippo, presidente del Consejo Conjunto de Servicios Infantiles Internacionales, un organismo que representa a más de doscientas organizaciones de adopciones. “Si nos dotamos de las mejores leyes y reglamentaciones y aun así enviamos 20.000 dólares a no importa dónde...; bueno, con dinero se puede sortear cualquier sistema”, afirma.
El endurecimiento de la legislación no protegería sólo a los niños adoptados y a sus familias biológicas, sino también a sus consumidores: los futuros padres. Adoptar un hijo –como traerlo al mundo– es una experiencia intensa; puede ser traumático descubrir que un chiquillo que se creía huérfano no lo es. Un estadounidense que adoptó una niña en Camboya en 2002 se echó a llorar al relatar su experiencia en una comisión sobre la ética en las adopciones, en 2007: “Me dijeron que era huérfana; un año después de acogerla, cuando todavía no hablaba bien inglés, me habló de sus padres y sus hermanos”, explicó.
Si no reconocemos que, tras la apariencia altruista, la adopción internacional se ha convertido en un negocio –a menudo lucrativo y a veces corrupto–, muchas más adopciones tendrán un final desgraciado. Si no se piden cuentas a las agencias, no podrá evitarse que nuevos niños sean separados ilegalmente de sus familias. Y si las personas que desean tener hijos no demandan más reformas, los padres continuarán financiando –a sabiendas o no– estas fechorías. “A los crédulos occidentales, que quieren hacer pensar que están salvando críos, se les engaña con facilidad para que acepten blanquear a un niño”, escribe David Smolin, catedrático de Derecho y promotor de la reforma de la adopción internacional. “Porque no hay peor imbécil que el que quiere que le tomen por imbécil”.


La conclusión que nosotros sacamos es: “Cuidado con este camino de la adopción que, además de largo y costoso, está lleno de mentiras. Informaros y, sobretodo, caminar despacio.

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